
Imagen de archivo de una pareja sonriendo.
Qué es el 'arugamama': la sencilla técnica japonesa para tener una vida feliz cada vez más utilizada en España
El enfoque está arraigado en la filosofía budista y busca liberar a las personas del sufrimiento innecesario que proviene de la lucha contra lo inevitable.
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Para lograr la felicidad no existe una fórmula secreta y sino, que le pregunten a todas esas personas que han tratado de definirla sin éxito. Cada persona, según la cultura en la que ha crecido, así como sus experiencias personales, desarrolla su propio concepto. Hay involucradas cosas tangibles e intangibles: hay quienes se conforman con un techo donde dormir y otras que necesitan mucho más.
Tanta es la subjetividad, que no hay estudios científicos que dictaminen cuándo es feliz o no una persona, ni de qué forma puede serlo más. En cambio, sí hay formas de acercarnos. Según los expertos, entre ellas encontramos la paz mental o, incluso, las relaciones sociales.
Mientras que en España estamos muy enfocados en encontrar la solución, los japoneses son otros grandes aficionados a buscar esa "fórmula secreta", presumiendo de tener en su cultura a verdaderos gurús de la felicidad. De todos sus conceptos, el que más se acerca —y el que más ejercen— es el arugamama, es decir, aceptar la vida misma.
Qué es el 'arugamama'
El arugamama es un concepto japonés que puede traducirse como "aceptar las cosas tal como son" y se basa en la idea de vivir en armonía con la realidad sin resistirse a lo que no se puede cambiar. Se trata de un enfoque arraigado en la filosofía budista que busca liberar a las personas del sufrimiento innecesario que proviene de la lucha contra lo inevitable.
A diferencia de la resignación pasiva o del conformismo, el arugamama propone un estado de aceptación activa en el que la persona reconoce sus pensamientos, emociones y circunstancias sin juzgarlos ni tratar de reprimirlos. Establece una distinción entre las cosas que se pueden cambiar y aquellas que escapan de nuestro control.
Por ejemplo, una persona que sigue el arugamama acepta que en invierno hace frío y en verano calor; sin embargo, sabe que en invierno puede calentarse junto a un calefactor o irse a una piscina a refrescarse. Además, entiende que no todas las enfermedades se pueden evitar, pero sí se puede llevar un estilo de vida óptimo que las prevenga.
Su estilo de vida se basa en no lamentarse por cosas que no pueden cambiar. Tratan de comprender que el dolor y las dificultades son parte natural de la existencia y que el sufrimiento adicional surge cuando intentamos resistirnos a ello. Al adoptar esta actitud, experimentan una mayor paz mental y emocional, ya que dejan de luchar contra la corriente de la vida y en su lugar fluyen con ella.
De alguna forma, la práctica del arugamama implica desarrollar una relación más sana con las emociones negativas. En lugar de ver el miedo, la ansiedad o la tristeza como enemigos, aceptarlos como estados temporales que no definen la identidad de una persona.
Una vez se entiende esto, las personas reducen su tendencia a sobreanalizar o magnificar, lo que permite que las emociones negativas sigan su curso de manera natural y desaparezcan sin causar un sufrimiento prolongado.
Otro aspecto fundamental del arugamama es la conexión con el presente. Muchas veces, la infelicidad proviene de la preocupación por el futuro o del arrepentimiento por el pasado. Al aceptar la vida tal como es, sin compararla con expectativas irreales o con versiones idealizadas, se cultiva una actitud de gratitud y serenidad.
Cómo aplicar la 'arugamama'
El arugamama se alinea con prácticas como la atención plena o mindfulness, ya que ambas promueven una observación desapegada de la realidad en lugar de un intento de controlarla. Podemos aplicarlo a nuestra mentalidad, pero también a la forma en que nos relacionamos con los demás.
Aceptar a las personas tal como son, en lugar de intentar cambiarlas para ajustarlas a nuestras expectativas, fomenta unas relaciones más auténticas. Se trata de reconocer que cada individuo tiene su propio camino y que la felicidad no se encuentra en la imposición de nuestras ideas sobre los demás, sino en el respeto por sus decisiones.
Desde una perspectiva más amplia, el arugamama nos invita a soltar la necesidad de controlar cada aspecto de nuestra vida. En muchas ocasiones, la ansiedad y la frustración surgen del deseo de que las cosas sean diferentes a como son en realidad.
Sin embargo, al practicar la aceptación, se genera un espacio para la tranquilidad y la espontaneidad. Esto no significa dejar de esforzarse o perder la motivación, sino más bien actuar desde un estado de aceptación y no desde la resistencia o el miedo.
Vivir con arugamama es aprender a confiar en la naturaleza cambiante de la vida. Todo está en constante transformación, y aceptar esta verdad en lugar de luchar contra ella es la clave para una vida más plena y feliz. Cuando dejamos de oponernos a lo que ocurre y vemos la realidad tal como es, nos liberamos de una gran carga emocional.