Escribe artículos de entretenimiento en Los Angeles Times en Español y lo hizo anteriormente en todas las ediciones impresas de HOY Los Ángeles. Previamente, trabajó como colaborador con el diario La Opinión. Inició su carrera periodística como redactor y luego editor del suplemento de entretenimiento “Visto & Bueno”, publicado por el diario El Comercio de Lima, donde hacía también críticas de cine.
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Tyler Nilson y Michael Schwartz se convirtieron en directores de cine por casualidad. Antes de hacer su primera película, el primero era un escritor y actor, y el segundo trabajaba como editor. Pero cuando Zack Gottsagen, un actor y rapero con Síndrome de Down, les pidió que le hicieran una película, no lo pensaron dos veces.
Fue así que nació “The Peanut Butter Falcon”, una comedia dramática que se convirtió en el filme independiente más exitoso del 2019 y que, en palabras de los mismos cineastas, les dio la oportunidad de colocar al frente a una comunidad que tiene poca presencia en la pantalla.
Tal y como sucede con “Los Frikis”, el segundo filme de la misma dupla creativa, que se lanza hoy en en salas selectas de Nueva York y Los Ángeles antes de su estreno nacional del 25 de diciembre, y cuyos protagonistas son unos jóvenes de Cuba que practican el punk rock y que se inoculan voluntariamente el VIH para ser admitidos en centros de salud con condiciones dignas de vida en el transcurso del ‘Periodo Especial’ que se dio tras la caída del Muro de Berlín.
“Nuestra filosofía es que no somos directores perfectos, sino guías de historias, porque nos gusta crear espacios para que la gente aporte su autenticidad”, nos dijo Schwartz durante una reciente entrevista en inglés que lo tuvo al lado de Nilson. “Lo que hacemos es probablemente más parecido a lo que hace un periodista, en el sentido de que organizamos las ideas y ayudamos a contar los hechos”.
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Con apoyo de Hollywood
Tras plantearse la idea -que se basa en sucesos reales, pero emplea a personajes ficticios-, los dos cineastas -que tuvieron que aprender español para afrontar este reto- se reunieron con Phil Lord, el famoso productor y director cubano-americano que ha estado detrás de franquicias tan monumentales como la de “The Lego Movie” y la del Spider-Verse.
Este admitió ser un admirador de “The Peanut Falcon”, pero manifestó que, si se iba a involucrar en el proyecto al lado de su asociado Christopher Miller, la historia tendría ser contada de la manera más correcta que fuera posible debido a su propia pertenencia a la comunidad, lo que requería de una revisión minuciosa de cada dato que se presentara en el guión, incluso en lo que respecta a los instrumentos que iban a ser tocados por los personajes.
“Estos no podían venir de Estados Unidos debido al embargo, por lo que tuvimos que conseguir una guitarra japonesa de los ‘80 que realmente habría existido en la Cuba de los ‘90, además de un bajo y una batería rusas”, retomó Nilson.
Esto es lo que puedes esperar de las películas ‘The Room Next Door’, ‘The Brutalist’, ‘Los Frikis’ y ‘The Count of Monte Cristo’, que ingresan a la cartelera estadounidense
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El más rudo
Fue a través de Lord que nuestros entrevistados contactaron a Héctor Medina, un actor cubano que vive en Miami desde hace ocho años y que, debido a sus propias experiencias en diferentes ciudades de la isla, trabajó a lo largo de seis meses como asesor del guión que ellos mismos habían escrito.
Medina nació y creció en Pinar del Río, una ciudad ubicada en el oeste cubano, antes de trasladarse a La Habana para desarrollar su carrera como actor; y fue allí donde entró en contacto con la comunidad punk, pese a que nunca perteneció a ella.
“En Cuba, en aquellos momentos, solo habían dos canales de televisión y algunas estaciones de radio, y todas decían lo mismo; pero en la calle, uno escuchaba ciertas leyendas, y yo escuché la de los ‘frikis’”, nos dijo Medina en una entrevista separada. “De hecho, recuerdo que, siendo niño, vi a uno y me dijeron: ‘Aléjate de él, que es un piojoso’”.
“Pero cuando tenía unos 13 años, un tío mío, que parecía más mi hermano que mi tío por lo joven que era, me llevó a Pista Rita, un lugar en el que solo se ponía rock and roll y en el que podías ver a gente que se vestía diferente, que pensaba diferente y que hablaba de otros temas”, detalló.
Fue allí que conoció a Gerson Ovea, conocido actualmente como “el último friki”, porque es el único punk que se inyectó el virus que permanece con vida. “El lugar no era del gusto de los vecinos, pero cuando llamaban a la policía y esta venía, se daba cuenta de que el ambiente era muy familiar, muy sano y nada peligroso”, recordó.
Durante la consultoría, Medina se comportaba siempre de una manera tan educada y respetuosa que, cuando le dijo a los directores que quería participar también en la película como actor, estos pensaron en que podrían colocarlo en algún papel menor, porque su personalidad no podía ser menos punk.
Pero Medina insistió en que quería ser Paco, uno de los protagonistas -y el más ‘loco’ de la partida-, y para probar que estaba capacitado para hacerlo, grabó en su iPhone la parte que le corresponde al personaje en la última escena del filme, y que lo muestra en un estado de vulnerabilidad particularmente intenso.
Inmediatamente después de ser aceptado, Medina se sometió a una dieta estricta y a una rutina de ejercicios que lo llevaron a bajar hasta 128 libras, porque los productores de la cinta querían que el personaje luciera un físico muy específico.
“Me hablaron de Robert De Niro en ‘Taxi Driver’ y de Iggy Pop”, retomó el actor. “Querían este cuerpo punk tan especial del músculo pegado al hueso, con cero grasa. Tenía que correr y caminar mucho cada día, a pesar de que la dieta me debilitaba bastante”.
Pese a que los realizadores le aconsejaron que se alimentara de manera conveniente durante el rodaje, Medina optó por mantener la dieta. “Nos dijo: ‘No, porque el hambre me ayuda; me recuerda lo que me pasaba cuando estaba en Cuba’”, recordó Schwartz.
Aparte de lo dicho, Medina no se limitó a hacer mímica y ‘playback’, sino que cantó e interpretó realmente la guitarra en las escenas que lo requerían, lo que lo obligó a aprender a tocar y a hacerlo en el antiguo modelo japonés que se puso entre sus manos.
“Ensayábamos en el primer hotel en que nos quedamos dentro de República Dominicana, que era de cinco estrellas”, comentó mientras esbozaba una sonrisa. “Metimos todos los instrumentos a la habitación y empezamos a hacer bulla; las quejas se iniciaron a los pocos minutos”.
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Los nuevos
En esos momentos, Nilson y Schwartz contaban ya con la presencia de Adria Arjona, la actriz latina que, en los últimos años, ha superado ampliamente el rótulo de “hija del cantante famoso” que se le puso al inicio para convertirse en una nueva estrella de Hollywood.
Además de interpretar un papel importante en la cinta -el de María, una enfermera del sanatorio-, Arjona fungió de productora ejecutiva, lo que permitió el acceso a un reparto auténtico que estuvo conformado por 25 actores cubanos, la mayoría de ellos radicados todavía en la isla en esos momentos, como fue el caso del protagonista Eros de la Puente, quien interpreta a Gustavo, el hermano menor de Paco.
De la Puente se enteró del proceso de casting cuando vivía todavía en La Habana, su ciudad natal, y tras hacer varias audiciones destinadas a diferentes personajes, consiguió inesperadamente el papel estelar. Pero eso no le aseguraba que todo iría viento en popa.
“Pasó como un mes desde que fui seleccionado hasta que nos fuimos a grabar, y fue un mes de incertidumbre, porque es muy difícil sacar a los actores cubanos de la isla”, nos dijo. “El viaje se fue posponiendo y posponiendo, hasta el punto de que, cuando sucedió, yo no me lo creía”.
La aprobación de salida se dio luego de que la Comisión Fílmica Cubana recibiera el guión de la película, lo que puede producir extrañeza en vista de que este contiene muchos momentos que no son precisamente favorables para el régimen. “A veces tienes suerte, y otras veces, no tienes que dar la versión oficial del guión, sino una que les puede gustar más”, precisó Medina, quien acompañó a De la Puente en la entrevista.
Pese a que De la Puente nació mucho después de la época retratada en el filme, sus padres crecieron en esa era, y fueron ellos quienes lo hicieron escuchar a Los Aldeanos, un reconocido dúo de hip hop de La Habana que existió entre el 2003 y el 2014 y que, sin ser punk, componía letras ciertamente contestatarias.
“Había mucha información en sus canciones, y yo me crié con ellas”, precisó el intérprete, radicado ahora en Los Ángeles. “Inconscientemente, estos pequeños detalles te llevan a darte cuenta de que no hay muchas diferencias entre la Cuba de los ‘90, la del 2010 y la del 2015, que fue la época en la que crecí”.
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Reemplazo necesario
La intención original era filmar al menos una parte de la película en Cuba, y para ello, los productores de “Los Frikis” le mandaron el guión a la Comisión Fílmica Cubana, que no aceptó la solicitud de filmación en su territorio, pero permitió que los actores salieran del país para participar en el proyecto.
Siempre y cuando se cumplieran ciertos requisitos que, según Nilson, se cumplieron, pero que no impidieron que la mayoría de los mismos intérpretes decidieran no regresar una vez que concluyó la filmación en diferentes locaciones de República Dominicana.
“Contratamos un avión y lo llenamos con todos los actores”, dijo Nilson. “Normalmente, en una película, si alguien aparece en una sola escena, se queda un solo día en el set. Pero como este era un vuelo chárter, todos permanecieron juntos durante las seis semanas de rodaje, y eso fue genial”.
Como si hacer una película sobre una escena de punk rock en Cuba no fuera lo suficientemente interesante, los cineastas tenían entre manos los recuentos reales de lo que sucedió cuando muchos de estos muchachos decidieron contraer el sida con la finalidad de acceder a unos sanatorios creados por el gobierno que pueden parecer productos de la ficción, pero que existieron y florecieron.
“Lo que pasa es que Fidel Castro tomó el poder prometiendo que desarrollaría una gran campaña pública de asistencia sanitaria, e incluso durante el ‘Periodo Especial’, destinó más recursos a los sanatorios [que a otras áreas de la sociedad], por lo que había más comida allí”, apuntó Schwartz.
“Lo único que necesitábamos era mostrar brevemente a la gente saliendo en balsas, teniendo que comer animales domésticos y yendo a tiendas que estaban vacías para lograr que el espectador entendiera que esa era una ruta hasta lógica para las personas que buscaban encontrar la libertad y aliviar su hambre”, sentenció el cineasta.
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En la coyuntura
“Los Frikis” ha estado causando sensación en Miami, una ciudad que reúne a la mayor población cubana de Estados Unidos, caracterizada tanto por su rechazo al castrismo como por su devoción a Donald Trump, un líder político del espectro opuesto que no está tampoco libre de severas críticas. Esto tiene el potencial de poner a la película en una posición comprometedora o de convertirla simplemente en una herramienta de propaganda.
Pero Schwartz asegura que la intención del trabajo va por otro lado. “Lo que hemos intentado hacer, y lo que ha sido nuestro mantra con [los productores] Phil y Chris, es que estamos haciendo una historia sobre la humanidad”, enfatizó. “Somos muy específicos, pero no intentamos ser políticos. Cuando cuentas una historia sobre punk rock, sabes ya que el punk rock es rebelión, y la rebelión es luchar contra el poder”.
“Alguien dijo el otro día durante una sesión de preguntas y respuestas [realizada tras una proyección] que la forma en que representamos el punk rock es la forma en que esa misma persona creció al ser parte de la escena punk de Nueva York”, agregó.
Pero lo que más le gustó al director de aquel conversatorio fue el momento en que otro miembro del público le señaló que lo más punk de “Los Frikis” no es un corte mohicano o un tatuaje que dice ‘basura’, sino la boda gay que se presenta hacia la mitad.
“No creo que la película tenga un mensaje didáctico o algo específico que quiera decirle al público; es un viaje de emociones por el que uno pasa y con el que se identifica”, dijo por su parte Medina. “Te permite entender por qué estos chicos tenían tantas ansias de libertad y por qué hicieron lo que hicieron”.
“También te hace comprender cómo encontrar la libertad, el amor y la amistad, por muy duras que estén las cosas”, agregó el actor. “Yo creo que ese es el verdadero espíritu cubano que lograron captar estos directores americanos, quienes pudieron haber hecho una historia bien trágica, pero que crearon en cambio una película con la que te puedes reír, con la que puedes llorar y con la que puedes disfrutar de la música”.